El líder de la CTA, Hugo Yasky, asegura que en el mediano plazo "la central de Pablo Micheli no tiene viabilidad", pero aclara que las diferencias que mantienen son políticas y no ideológicas. Atribuye las contradicciones al interior de las fuerzas populares a las diferentes percepciones sobre los procesos políticos y subraya que "los imperfectos son los de cambio real", mientras que "los limpios y puros sólo existen en las cabezas de quienes sueñan que el mundo se va a dividir en buenos y malos".
¿Por qué no se realizaron las elecciones que habían convocado para el 17 de marzo?
Desistimos de hacerla el 17 porque se dilató el tema en la Justicia y todavía está en trámite el pedido de nulidad en el que, como secretario general de la CTA, presento una causa contra el presidente de la junta electoral. Una vez que haya una solución, nos vamos a presentar en el ministerio de Trabajo para que se realice la convocatoria a la elección.
El sector de Micheli abandona el edificio de la CTA. ¿Es la oficialización de la ruptura?
Con la mudanza se confirma la fractura. Es un escenario que ya existía pero que ahora se va a oficializar. La decisión de irse de la sede actual tiene que ver con el fracaso de la política que ellos llevaron adelante: tratar de legitimarse como conducción de la central arrogándose fallos judiciales que nunca existieron. Todo eso fracasó y quedó en un show mediático que tuvo el aporte generoso de Clarín y La Nación.
¿Cuáles son las implicancias de una CTA con doble mando?
En realidad no hay doble mando. Micheli no tuvo la predisposición para participar en esta central y su lista oficializará otra central. Él decidió fracturarla e irse con un pedazo minoritario. No hay margen político para que haya dos CTA. En el movimiento sindical, la incidencia de lo que representa su fracción es nula.
¿Sigue sosteniendo que en la CTA las diferencias no son ideológicas?
Claro, las diferencias son políticas. Los compañeros que cuestionan al gobierno no lo hacen asumiendo la ideología de (el CEO de Clarín, Héctor) Magnetto o las corporaciones empresarias, sino en nombre del pensamiento de izquierda. Yo, desde la izquierda, creo que al gobierno hay que sostenerlo porque es el cambio real.
¿La CGT se beneficia con esta división?
La CGT también está partida. Hoy tenemos un espectro sindical dividido en nuestro país, en Brasil, en Paraguay, en Ecuador y en Bolivia. Tiene que ver con que el proceso de cambio que se está viviendo en la región genera un debate hacia el interior de las fuerzas populares, que, en Argentina, tienen dos lecturas. Para unos, el kirchnerismo representa más de lo mismo, es la derecha enmascarada y ejerce las viejas políticas neoliberales disfrazadas. Pero otros creemos que aunque son avances imperfectos, con deudas para los trabajadores en muchos aspectos, mueven la aguja. En otra época estábamos todos juntos porque nos unía el espanto.
¿En qué medida se puede apoyar a un gobierno que, según usted manifestó, le “teme a la autonomía de los movimientos sociales y del movimiento sindical”?
Los procesos imperfectos, en los que uno se tiene que contaminar y poner los pies en el barro, como el 17 de octubre de 1945, son los de cambio real. Los otros, los limpios y puros, sólo existen en las cabezas de quienes sueñan que alguna vez el mundo se va a dividir en buenos y malos.
Micheli recibió apoyo de Pino Solanas, Margarita Stolbizer, Rubén Giustiniani y Ricardo Alfonsín. ¿No percibe un apoyo progresista hacia él?
Giustiniani no es progresista. Votó con el Grupo A en cuanta ocasión pudo hacerlo, igual que el radicalismo. Hay que preguntarse si el progresismo de este país lo representa la alianza de la centroderecha o aquellas fuerzas que tratan de expresar, frente a las corporaciones, un camino distinto. El trípode que apoya a Micheli -MST, la Corriente Clasista y Víctor De Gennaro- es legítimo para armar un frente electoral, pero, en términos sindicales, carece de sustento. Por eso, en el mediano plazo, la CTA de Micheli no tiene viabilidad.
Identificado con Martín Sabbatella, usted apoyará al oficialismo en las elecciones. ¿Ir con el kirchnerismo es avalar las políticas que le critica?
Es avalar las que critico y las que apoyo. Si fuera un iluso, diría que la mejor opción es Solanas, pero cualquiera que tenga los pies en la realidad sabe que la única hipótesis de derrota posible del kirchnerismo no es con un gobierno más de izquierda, sino de derecha, con la cara de Macri, Duhalde, De Narváez y Sanz. Este gobierno tuvo muchas cosas buenas como las políticas de derechos humanos, la recuperación del sistema jubilatorio y de Aerolíneas Argentinas, la Asignación Universal, las paritarias libres y la Ley de Medios. Pero todas esas buenas políticas fueron banderas de lucha de la CTA, no las inventó el kirchnerismo. Con todas las críticas que le hago a este gobierno, como el INDEC, la falta de avance en las políticas distributivas y la corrupción, sé que si gana la derecha va a ser todo peor. Hay que poner la fuerza en donde está posibilidad de cambio real.
¿Cuál es su candidato en la Ciudad?
Todavía no sé, pero podría ser un frente encabezado por Daniel Filmus. Hay compañeros que discuten la posibilidad de tener un candidato propio. Lo ideal sería construir un frente progresista con posibilidad de ganarle al candidato de Macri.
¿Qué sectores integraría un posible frente progresista?
El Partido Comunista, Proyecto Sur y todos aquellos que asumen una posición consecuente con la bandera de lucha del movimiento popular.
Gremialistas investigados.
¿Se acabó la impunidad de la burocracia sindical?
En los procesos históricos nada se termina de un día para el otro. Es muy importante que la jueza Wilma López, que lleva adelante el caso por el asesinato del militante del PO, haya llegado a establecer la complicidad y el nudo de intereses compartidos entre los grupos empresarios y Pedraza. Es la primera vez que ocurre. Hay un antes y un después del juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra.
¿Pedraza creció con el kirchnerismo?
Pedraza no creció más o menos por la actuación del kirchnerismo. Incrementó su poder como lo hacen los dirigentes sindicales a partir del desarrollo de las políticas económicas, la instalación de las paritarias y los subsidios para ferrocarriles. No hay dudas de que hubo complicidades en el aparato político y el juicio puede echar luz en algunas de ellas. Es un dirigente que describe una parábola desgarradora para el movimiento sindical: empezó en el Partido Comunista, pasó por la CGT de los Argentinos, luego por el ubaldinismo y finalmente se convirtió en socio de los negocios de Menem y terminó como empresario y responsable intelectual del asesinato de un pibe de 23 años que luchaba contra la tercerización.
¿Es una tendencia general de los sindicalistas la de convertirse en empresarios millonarios?
No. Es tan mala la defensa corporativa de (Gerónimo) Venegas que hizo la CGT como creer que todos los dirigentes sindicales son iguales.
¿Cómo está su relación con Hugo Moyano?
Tengo una relación distante porque estamos parados en distintos lugares, en términos de las cosas que cada uno defiende.