A las Naciones Unidas contra la militarización de las islas Malvinas
En un salón colmado con dirigentes oficialistas y opositores,la Presidenta anticipó un nuevo reclamo en la ONU contra el Reino Unido. Firmó la desclasificación del Informe Rattenbach.
No puede ser casualidad que Cristina Fernández de
Kirchner haya elegido una frase del más famoso de los británicos para
enviarle un mensaje al premier de Gran Bretaña, David Cameron: “Quiero
pedirle al primer ministro inglés que le dé una oportunidad a la paz”,
citó la Presidenta a John Lennon, en el punto cúlmine de su mensaje
sobre la soberanía del archipiélago, en una Casa Rosada y rodeada por
políticos oficialistas y opositores, militares y activistas de los
derechos humanos, ex combatientes, representantes de la juventud,
empresarios y sindicalistas de todas las corrientes que comulgan con el
Gobierno, incluyendo una nutrida comitiva moyanista encabezada por el
secretario general de la CGT. La jefa de Estado anunció que la Argentina
volverá a presentarse ante todas las instancias de la ONU (el Consejo
de Seguridad, el Comité de Descolonización y la Asamblea General) para
denunciar la militarización del Atlántico Sur y exigirle a Inglaterra
que se siente a la mesa de negociación.
“Me siento más que nunca la Presidenta de los 40 millones de
argentinos, porque la presencia de tantos sectores revela claramente que
estamos ante un hecho de Estado, de política nacional –comenzó CFK
cuando los cantos de los grupos de juventud y de ex combatientes,
barulleros, se lo permitieron–. Esa política de Estado es la que se
lleva adelante y es clave desde 2003, y es de memoria, verdad y
justicia. A esos valores les agregaría el de democracia y soberanía. Así
le dan el exacto lugar que para nosotros tiene la causa Malvinas”,
explicó, para desligar la posición actual de la Argentina del fracaso
bélico que llevó adelante en 1982. Para que haya soberanía tiene que
haber democracia, explicó la mandataria, por lo tanto “no se puede
achacar al pueblo argentino una decisión como lo fue aquel conflicto,
para negarse a cumplir lo que ha ordenado Naciones Unidas: sentarse a
dialogar”.
Mezcladitos
El Salón de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada estaba
repleto, al punto de que buena parte de los invitados tuvo que seguir la
ceremonia desde los balcones o en el adyacente Patio de las Palmeras,
donde instalaron pantallas especialmente para la ocasión. Abajo, había
una mezcla poco habitual. Por caso, mientras esperaban a la Presidenta,
en la primera fila dialogaban animadamente el juez de la Corte Suprema
Eugenio Zaffaroni con el diputado por Unión Celeste y Blanca Francisco
de Narváez (que en ningún momento de la tarde-noche aplaudió). Junto a
ellos, alternaban Patricia Bullrich y el macrista Federico Pinedo, el
peronista disidente Alfredo Atanasof y los radicales Ricardo Gil
Lavedra, Mario Barletta y Juan Carlos Marino.
El senador Aníbal Fernández le mostraba a su par Miguel Angel
Pichetto alguna novedad en su celular ante la mirada atenta de Agustín
Rossi y el socialista Rubén Giustiniani. Un poco más atrás, el banquero
Jorge Brito y empresarios de medios como Daniel Hadad (C5N) o Jorge Prim
(Página/12). El titular de la UIA, José de Mendiguren, aparecía rodeado
por los dirigentes sindicales Antonio Caló (UOM) y Hugo Yasky,
secretario general de la CTA. Luego, los lugares correspondían al
círculo del titular de la CGT, Hugo Moyano, en su regreso a la Rosada
tras los desencuentros que tuvo con el Gobierno los últimos meses: el
dirigente camionero estuvo ladeado por su hijo Facundo (dirigente de la
Juventud Sindical) y Omar Plaini (Taxistas). Para la punta quedaron el
referente de La Cámpora Eduardo “Wado” de Pedro, el secretario de
Comercio Interior, Guillermo Moreno, y el de Obras Públicas, José López.
Por la falta de sillas, los sindicalistas Julio Piumato y Omar Viviani y
los dirigentes Quito Aragón y Edgardo Depetri improvisaron localidades
en los escalones de la tarima para no quedar lejos de CFK.
F.: Pagina 12