El paro se asentó en un supuesto falso. Este sería que se trató de
la medida indicada contra un gobierno que realiza ajustes iguales a los
que se llevaron adelante durante la década del ‘90.
Esta falsa caracterización que protagonizaron y que fue repetida durante la conferencia de prensa posterior al paro, serviría para explicar la razón por la cual se realizó el operativo de estrangulamiento a los ingresos a la Capital Federal y otras grandes ciudades. Eso fue lo que garantizó la relativa efectividad de la medida. La mayoría de los trabajadores de este país no cree que este gobierno se asemeje en nada a los anteriores, que sí le hicieron sufrir los dolores de las políticas de ajuste a los que menos tienen.
Este paro fue una medida de acción vertical e impuesta a muchos trabajadores, lo cual lo despoja de aquello que legitima a una huelga que es la decisión libre y consciente de quienes la llevan adelante. El triunfalismo después del paro, el intento de distorsionar la real efectividad de la convocatoria, puede servir para las crónicas del día siguiente; pero no sirve para construir para los trabajadores una alternativa creíble que los induzca a pensar que sus problemas hayan encontrado una canalización a partir de lo sucedido en el día martes.
También merece mencionar el supuesto 90% de docentes que adhirió a la medida. Tal como dijo la secretaria general de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera), Stella Maldonado, efectivamente ese es el porcentaje de docentes que fue ayer a trabajar a pesar de que en muchos casos llegaron a la escuela con retraso. Quisieron inventar una adhesión de los docentes o de los gremios que pertenecen a la CTA. Creemos que cualquiera de las alternativas que surgiría de los sectores políticos y sociales que acompañaron a este paro como la Sociedad Rural, el Grupo Clarín, la Federación Agraria, CRA, Mauricio Macri, Francisco de Narváez, etc., representaría el regreso a las políticas de ajuste.
El gobierno también debe tomar en cuenta que hay demandas que se deben resolver para construir condiciones que permitan sostener y profundizar el rumbo que nos ha permitido alejarnos, hasta ahora, de la década del ‘90.
Esta falsa caracterización que protagonizaron y que fue repetida durante la conferencia de prensa posterior al paro, serviría para explicar la razón por la cual se realizó el operativo de estrangulamiento a los ingresos a la Capital Federal y otras grandes ciudades. Eso fue lo que garantizó la relativa efectividad de la medida. La mayoría de los trabajadores de este país no cree que este gobierno se asemeje en nada a los anteriores, que sí le hicieron sufrir los dolores de las políticas de ajuste a los que menos tienen.
Este paro fue una medida de acción vertical e impuesta a muchos trabajadores, lo cual lo despoja de aquello que legitima a una huelga que es la decisión libre y consciente de quienes la llevan adelante. El triunfalismo después del paro, el intento de distorsionar la real efectividad de la convocatoria, puede servir para las crónicas del día siguiente; pero no sirve para construir para los trabajadores una alternativa creíble que los induzca a pensar que sus problemas hayan encontrado una canalización a partir de lo sucedido en el día martes.
También merece mencionar el supuesto 90% de docentes que adhirió a la medida. Tal como dijo la secretaria general de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera), Stella Maldonado, efectivamente ese es el porcentaje de docentes que fue ayer a trabajar a pesar de que en muchos casos llegaron a la escuela con retraso. Quisieron inventar una adhesión de los docentes o de los gremios que pertenecen a la CTA. Creemos que cualquiera de las alternativas que surgiría de los sectores políticos y sociales que acompañaron a este paro como la Sociedad Rural, el Grupo Clarín, la Federación Agraria, CRA, Mauricio Macri, Francisco de Narváez, etc., representaría el regreso a las políticas de ajuste.
El gobierno también debe tomar en cuenta que hay demandas que se deben resolver para construir condiciones que permitan sostener y profundizar el rumbo que nos ha permitido alejarnos, hasta ahora, de la década del ‘90.