viernes, 25 de noviembre de 2011

LA JUNTA EJECUTIVA DE CTERA ADHIERE AL ACTO HOMENAJE A MONSEÑOR ENRIQUE ANGELELLI Y SIGUE EXIGIENDO JUICIO Y CASTIGO A LOS RESPONSABLES.


PRENSA CTERA.

Homenaje a Monseñor Enrique Angelelli, a 35 años de su asesinato.

El 4 de agosto de 1976, fue asesinado en los llanos riojanos quien fuera llamado el “obispo de los pobres”. Monseñor Enrique Angelelli era uno de los exponentes más fieles de un sector de base de la iglesia argentina que asumió un claro compromiso con el campo popular.
En 1968, Enrique Angelelli había sido designado Obispo de la Diócesis de La Rioja, por el Papa Pablo VI. En la toma de posesión del obispado, al dirigirse a la feligresía presente, dijo “No vengo a ser servido, quiero ser servidor, como Jesús, de nuestros hermanos los pobres”. Así vivía Angelelli la pasión del Evangelio.

Los ataques a la iglesia riojana por parte de los patrones y terratenientes riojanos, recrudecieron al asumir la junta militar; pero cobraron aún más virulencia a mediados de julio de 1976. El día 18 de ese mes, dos curas muy cercanos a él fueron secuestrados, torturados y asesinados: eran el párroco francés Gabriel Longeville y Juan de Dios Murias. El 28 de julio, el laico Wenceslao Pedernera fue acribillado frente a su familia, en la localidad de Sañogasta. Después de esos trágicos sucesos, el Obispo les había confesado a sus allegados de sus temores.

Unos días después, Monseñor Enrique Angelelli fue asesinado cuando se encontraba viajando de Chamical a La Rioja, luego de haber estado acompañando a los familiares y amigos de los pastores asesinados. Llevaba consigo una serie de documentos sobre los homicidios recientes de sus pastores. Sus asesinos habían montado torpemente la escena de un accidente de tránsito. El cuerpo del cura había sido arrastrado por el asfalto, a unos metros de la camioneta que conducía y luego rematado con golpes en la nuca.
Dicen que el Jefe de Batallón del 141º Cuartel de Ingenieros de Construcciones, Osvaldo Pérez Battaglia, que se presentó en la escena del crimen, mandó a llamar al director interino del diario riojano El Independiente, Américo Torralba, y le dio órdenes para que titule la muerte como accidental. De esta manera el asesinato del cura fue silenciado durante años, como otros tantos episodios oscuros de la dictadura, en este también convergieron la participación civil y la militar.

El pueblo de La Rioja recibió con indignación su muerte y lo convirtió en mártir de inmediato. El pueblo elevó pronto sus banderas y las sostiene en la actualidad.

La jerarquía eclesiástica no tuvo esa misma sensatez. En aquel momento comandaba la iglesia argentina el Cardenal Juan Carlos Aramburu, quien argumentaba que no había constancias de su asesinato. Aramburu – recordemos – años más tarde del asesinato del párroco, en 1982, negaría la existencia de los desaparecidos. “No hay que confundir. Hay desaparecidos que viven tranquilamente en España” afirmó.  El episcopado argentino reconoció el asesinato recién 30 años después.
La relevancia de su figura es innegable, tanto para creyentes como para no creyentes. Angelelli integraba un sector de la comunidad cristiana que se planteó un compromiso liberador con los sectores populares y con ello también puso de relieve la cuestión de la liberación social.

En el foco de la dictadura cívico-militar se encontraba el objetivo de instalar en la Argentina un proyecto político, económico y social, signado por la mayor injerencia privada en la vida pública Así apuntó a desmantelar toda experiencia de organización popular y, con ello, a anular toda resistencia social.
A 35 años del asesinato aún impune de Monseñor Enrique Angelelli, su memoria es inspiración para quienes luchamos por una sociedad igualitaria y equitativa, que se hará realidad con la liberación nacional y social. A 35 años de su asesinato revivimos aquella expresión emblemática: “Con un oído en el pueblo y el otro en el evangelio.”

PORQUE OTRA COMUNICACIÓN ES POSIBLE