Cuenta que propuso un acuerdo sobre veedores, proporcionalidad en la conducción según los votos y compromiso de continuidad en la construcción de la CTA, pero no tuvo respuesta. Dice que “la central no puede convertirse en un partido”.
“Queremos una CTA que sea capaz de expresar todas las posiciones políticas”, dice Hugo Yasky.
Hasta ahora la respuesta fue negativa, pero Hugo Yasky insiste: “Proponemos un acuerdo político de tres puntos: veedores, proporcionalidad en la conducción según los votos y compromiso de continuidad en la construcción de la CTA al margen del resultado. Si se dan esas condiciones y hay debate con honestidad intelectual, con el respeto que nos merecemos, este proceso puede significar una fenomenal oportunidad de fortalecer a la central. Caso contrario puede resultar una especie de chiquero en el que finalmente lo que se debilite sea la CTA”, advierte el secretario general de la CTA. “Proponemos la proporcionalidad desde la convicción de que todos los sectores deben estar expresados en la futura conducción. El pluralismo que tanto se declama hay que saber practicarlo. La central no puede convertirse en un partido que responda a un solo liderazgo y patrimonialmente a quienes poseen mayor poder en términos de aparato.”
–¿Cómo es enfrentar a compañeros?
–Muy contradictorio. En términos de afectos hay muchas cosas en juego, una historia de lucha en común. Además hay mucho respeto hacia compañeros con los que construimos sueños y pasamos juntos por momentos difíciles.
–Pablo Micheli dijo que decidieron su candidatura a través de plenarios y los acusa de decidir la suya “entre cuatro paredes, con diez iluminados”.
–Yo surgí como secretario con el apoyo de todos los compañeros que hoy integran las dos listas, expresé un punto de equilibrio entre quienes proponían el camino del antikirchnerismo y quienes creen que este proceso no está agotado. Hoy de buenas a primeras intentaron proscribirme, pero eso tiene que ver con definiciones que pretenden convertir a la CTA en una expresión expulsiva, subordinada a un proyecto político muy minoritario.
–¿Cómo explica las diferencias?
–Hay distintos planos. Uno tiene que ver con el lugar donde cada uno se intentó parar en estos años de intenso debate del campo popular, que generó posicionamientos a veces contradictorios. En el conflicto de la 125, desde la lista que hoy encabeza Pablo Micheli se vio una pueblada y la larga marcha sobre Buenos Aires. Nosotros leímos la resistencia de la burguesía agraria expresada en la Mesa de Enlace, subordinada a la Sociedad Rural. Cuando se logró la Asignación Universal por Hijo leyeron una maniobra impostora de un gobierno que arrebata una bandera del campo popular para desnaturalizarla; nosotros un avance imperfecto, incompleto, pero fundamentalmente una conquista de la lucha de la CTA. La confrontación se explica por el debate sobre el lugar que debe ocupar una central. Para nosotros América latina vive una etapa histórica de cambio, que tuvo su punto de inflexión con el “no al ALCA”. Pretender posicionar a la central como si estuviésemos en una suerte de atemporalidad histórica es querer convertirla en una expresión expulsiva y para pocos al servicio de un engranaje opositor. Queremos una CTA movimientista, que incorpore organizaciones sociales, que sea capaz de expresar todas las posiciones políticas, que no demonice a quienes creen en el proceso kirchnerista y que sea capaz de sintetizar las mejores tradiciones de la izquierda. Esa es la confrontación de fondo.
–Las elecciones hacen a la esencia de la democracia, pero no fueron necesarias en la historia de la CTA para elegir a la conducción. ¿Cuánto hay de maduración política y cuánto de fracaso del diálogo?
–América latina tiene hoy gobiernos que generan contradicciones, que rompen con el neoliberalismo y a la vez no surgieron del asalto al poder. Esto genera intensos debates. Durante la dictadura económica neoliberal nos unía el espanto, nos arrinconaba la realidad. Hoy que el movimiento popular está a la ofensiva afloran contradicciones, que en la CTA vamos a tratar de dirimir en elecciones y no tienen por qué ser sinónimo de fractura. Por eso hemos propuesto y reiteramos un acuerdo extraestatutario para incorporar la proporcionalidad en la constitución de la conducción. Planteamos un acta de compromiso con la unidad de la CTA, con tres puntos: la convocatoria de las centrales hermanas como veedores del comicio y del escrutinio; la constitución de la próxima conducción en base a la proporcionalidad directa de los votos; y refrendar un compromiso de continuidad en la construcción de la CTA más allá del resultado electoral. Estamos convencidos de que si el proceso es transparente y participativo va a fortalecer a la central.
–¿Qué respuesta tuvieron?
–Hasta ahora una cerrada negativa.
–¿Puede cambiar?
–Espero que sí. La negativa tiene más que ver con la soberbia y un intento de negar una realidad: que la CTA está en debate y que mayoritariamente apuesta a sostener un rumbo, que es no ser una cuña dentro del campo popular a favor de los sectores que apuestan a restituir el viejo orden neoliberal.
–Milagro Sala les pidió a usted y De Gennaro que desistieran del enfrentamiento, y la lista opositora dice que cuenta con su apoyo. En teoría usted y Sala son kirchneristas. ¿Le sorprende su posicionamiento?
–Yo no soy kirchnerista, es pública mi adscripción al armado de Sabbatella. Sí rescato el rumbo y luché para que la CTA no fuera parte del pelotón de fusilamiento que se planteaba terminar con un gobierno al que catalogaban de populista y demagógico. Sobre el posicionamiento de Milagro Sala, evidentemente demuestra que las diferencias que nos separan no tienen que ver con contradicciones relacionadas con aparatos o disputas por liderazgos personales. Acá hay dos miradas confrontadas, dos lecturas de lo que estamos viviendo. Me parece que la carta de Milagro y la posición es por lo menos contradictoria en ese punto. Pero es más contradictorio todavía para el antikirchnerismo exacerbado de Víctor De Gennaro tener que depender de los votos de Milagro Sala en Jujuy.
F: P12.